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EL QUE HABITA LAS ALTURAS.

He desenterrado este proyecto de mi cuasi mocedad, que me produce sentimientos encontrados, y que ahora decidí escalar a HD como una especie de gesto para reconciliarme con el resultado.

La historia de la película es la siguiente:
Xavier Velasco, Fernando C. Finck y yo comenzamos a escribir "El que Habita las Alturas" a finales de 2003. Se convirtió en un proyecto que consumió casi tres años de intenso (y amoroso) trabajo y que jamás vio la luz. No, al menos, como sus autores lo hubiéramos deseado.


Nos parecía que un pequeño proyecto rodado en interiores, siempre bajo condiciones muy controladas, podría hacerse con un presupuesto pequeño. Confiábamos excesivamente en nuestras capacidades y teníamos, ciertamente, una inocencia peligrosa. Partimos de la premisa de hacer un único largometraje formado por tres historias, todas relacionadas entre sí y desarrollándose en el mismo espacio. Suponíamos que eso nos ayudaría a reducir costos y nos permitiría repetir locaciones y actores. Buscamos un productor que se comprometiera a trabajar bajo el entendido de que hacer la película no garantizaba su distribución y afortunadamente, Oscar García buscaba también un director interesado en filmar bajo esa misma premisa. Lo obtuvo por triplicado.


La historia de cómo levantamos la producción tiene mucho de interesante para mí. En mi caso, creo, fue como caminar con los ojos vendados mientras soñaba con una película que me diera proyección y carrera. No obtuve ni una cosa ni la otra, pero el resultado que tengo hoy -muy otro- es igualmente valioso, incluso si ese valor es personal. Hice muchos y muy queridos amigos que trabajaron en el rodaje durante cerca de un año, la mayor parte sin cobrar por su labor, y me gusta creer que fue así porque creían en nosotros.
El corte original duró cosa de una hora y media y distribuirla fue imposible: nadie se interesaba en comprar una película lenta, extraña y experimental -y barata- hecha por un equipo de desconocidos. Con el tiempo encontramos una distribuidora que nos propuso hacer un corte "más comercial", cosa imposible, desde mi óptica. Yo me opuse por varias razones, y los tres llegamos a un acuerdo: la película sería, efectivamente, reeditada hasta lograr una versión satisfactoria para el distribuidor, siempre que mi nombre pudiera ser sustituido por un pseudónimo y que se me permitiera distribuir mi parte de la película por mis propios medios.


Aquí está esa parte, pifias incluidas. La corrección fotográfica, agresivamente sobre expuesta, es un atentado a la vista y es completamente culpa mía: era joven y creía irreflexivamente en mis decisiones. Los aciertos son, mayormente, resultado de la gente talentosa que trabajó conmigo en esa época.

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